La
gimnasia arrastra una larga historia, marcada por hechos gloriosos. Encontramos
vestigios de este deporte en Grecia, donde ya figuraba entre las disciplinas de
los Juegos de la Antigüedad.
En
aquella época, Roma, Persia, India y China practicaban deportes similares, con
el objetivo principal de preparar a los jóvenes para combatir. La palabra en sí
proviene del término griego gymnos, que significa “desnudo”
Cuando
la gimnasia hizo su aparición en la Grecia Antigua, hace más de 2000 años, el
gimnasio era el hogar de cualquier actividad cultural. Los hombres se reunían
no sólo para practicar una actividad deportiva, sino también para consagrarse
al arte, la música y la filosofía. Para los griegos, la práctica conjunta la
actividad física e intelectual era la clave de la armonía entre el cuerpo y el
espíritu.
El
término “gimnasia artística” data de principios del siglo XIX, ya que era
necesario diferenciar la gimnasia de ocio y la que practicaban entonces los
militares. A pesar de que esta disciplina estaba todavía considerada como una
excentricidad, la Europa de 1880 comenzaba a asistir, cada vez más
frecuentemente, a las competiciones organizadas en el seno de las escuelas,
clubes de atletismo y asociaciones comunitarias. Y fue en 1896, fecha de la
resurrección del Movimiento olímpico en Atenas, cuando la gimnasia hizo su gran
reaparición en escena.
La
gimnasia ha estado presente en todos los Juegos Olímpicos. Es una mezcla
perfecta entre deporte y estética, gracia, fuerza y agilidad, destacando entre
los deportes que mejor simbolizan los Juegos.
Los
gimnastas han “regalado” al público las puestas en escena más asombrosas que se
han visto en los últimos 25 años de los Juegos Olímpicos.
Sin
embargo, los primeros Juegos Olímpicos incluían disciplinas que podríamos
calificar difícilmente como “artísticas”; es así como la escalada y la
acrobacia, por sólo citar algunas, fueron las primeras sacrificadas de las
adaptaciones que se iban a suceder. En 1924, se establecieron las bases del
programa olímpico, fecha en la que se asistía a la aparición de competiciones
masculinas con aparatos, individuales y por equipos, mientras que las mujeres
tendrían que esperar hasta 1928 para poder participar en los Juegos Olímpicos
de Ámsterdam.
A partir de 1952, la estrella de la Unión Soviética brilló en el firmamento de la élite después de haberse elevado progresivamente tras la creación, en 1883, de la Federación rusa de gimnasia con el impulso de un grupo de reformistas sociales entre los que se encontraba un tal Anton Chekhov.
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